Saltear al contenido principal
La biblioteca

La casa de mi infancia tenía una biblioteca que ocupaba toda una pared. Un cuerpo de madera que albergaba un universo de libros extraños para un niño. En esa época era territorio exclusivo de mi madre.
No veía libros ni bibliotecas en la casa de mis amigos. Quizás por eso me pareció un detalle significante, que me proponía una visión diferente de mi familia.
Cuando falleció mi madre apenas me llevé de esa casa infantil algunos libros de su biblioteca.
No quise nada de ese lugar que ya no era mío, pero si algunos de esos libros que aún me generaban un orgullo infantil.
Hoy esos cuerpos de papel, junto a otros de madera como peces, guitarras y caballos de Troya, pueblan mi propia biblioteca. La mía, diferente a la de mi madre, pero igualmente atesorada, con objetos que pertenecen a diferentes momentos de mi vida y que son testigos silenciosos del tránsito de una vida.
Aún hoy sigo mirando con esa curiosidad y asombro infantil esos libros que viven en esa biblioteca blanca y que de alguna manera me recuerdan a mi madre.

Volver arriba